Un asombroso avistamiento de un pez diablo negro, una especie que habita las profundidades abisales, cerca de la playa de San Juan en Tenerife, ha generado conmoción y debate entre los expertos.
Este ejemplar, capturado en imágenes por la ONG CondrikTenerife, fue observado en aguas superficiales durante el día, lejos de su hábitat natural a más de 2.000 metros de profundidad.
El suceso ha despertado interrogantes sobre las posibles causas de esta inusual aparición.Este avistamiento es excepcional y nos obliga a reflexionar sobre los cambios que están ocurriendo en nuestros océanos, afirma la bióloga marina Dra.
María García, especialista en especies abisales.
Una hipótesis apunta a que el calentamiento global y la alteración de las temperaturas del agua podrían estar desplazando a estas criaturas hacia zonas menos profundas en busca de condiciones más favorables.
El aumento de la temperatura del mar puede afectar la distribución de las especies y obligarlas a migrar, explica el oceanógrafo Dr. Juan López.
Otra teoría sugiere que el pez diablo negro pudo haber sido arrastrado a la superficie por corrientes oceánicas ascendentes, un fenómeno conocido como upwelling.
Estas corrientes pueden transportar agua rica en nutrientes desde las profundidades hacia la superficie, alterando el equilibrio ecológico local.
Aunque no es habitual ver especies abisales en aguas poco profundas, los fenómenos de upwelling pueden contribuir a este tipo de eventos, comenta López.
Se plantea la posibilidad de que el ejemplar estuviese enfermo o herido, lo que podría haberle impedido mantenerse en las profundidades.
La contaminación marina y la pesca intensiva también son factores a considerar, ya que podrían estar afectando a los ecosistemas marinos y obligando a algunas especies a buscar nuevos hábitats.
El pez diablo negro (Melanocetus johnsonii), con su apariencia amenazante y su bioluminiscencia, es un depredador eficiente en las profundidades del océano.
Su aparición en Tenerife nos recuerda la fragilidad de los ecosistemas marinos y la necesidad de protegerlos.
Este avistamiento debe servir como una alerta para tomar medidas urgentes contra el cambio climático y la contaminación marina, concluye la Dra.