Stefan Mandel, un economista rumanoaustraliano, revolucionó la percepción sobre la lotería en la década de 1990 al lograr una hazaña aparentemente imposible: ganar catorce veces este juego de azar.
Su éxito no se basaba en la suerte, sino en un ingenioso sistema matemático que aprovechaba las probabilidades a su favor.
Mandel descubrió que, en ciertas loterías, el premio mayor superaba ampliamente el costo de adquirir todas las combinaciones posibles de números.
Identificé una oportunidad donde las matemáticas podían superar la aleatoriedad, comentó Mandel en una entrevista.
Su estrategia consistía en comprar todos los boletos necesarios para asegurar un retorno de su inversión.
Para ello, desarrolló algoritmos que generaban las combinaciones numéricas y organizaba la impresión masiva de los boletos.
Este enfoque le permitió ganar millones de dólares y demostrar el poder de la lógica en un juego aparentemente dominado por la fortuna.
Un ejemplo notable fue su victoria en una lotería de Virginia, Estados Unidos, donde adquirió 6,4 millones de combinaciones de números, asegurando que el boleto ganador estuviera entre ellos.
Su equipo logró llevarse el premio mayor, junto con varios premios menores, obteniendo un retorno sustancial para Mandel y sus inversores.
A pesar de llamar la atención del FBI y la CIA, no se encontraron pruebas de irregularidades, ya que su método no violaba las reglas de las loterías de la época.
La historia de Mandel desató una ola de cambios en el mundo de las loterías, llevando a los organizadores a endurecer sus reglas para prevenir estrategias similares.
Su legado perdura como un recordatorio de que la suerte no siempre es un factor aleatorio y que el ingenio humano, combinado con el conocimiento matemático, puede superar las probabilidades más desafiantes.