El Juego Desata la Hormona: Estudio Revela el Impacto de la Competición en los Niveles de Testosterona Masculina
Un reciente estudio científico ha arrojado luz sobre una faceta intrigante de la fisiología masculina: la relación entre la competición y los niveles hormonales, específicamente la testosterona.
La investigación, liderada por Benjamin Trumble y su equipo de la Universidad de Washington en Seattle, publicada en PubMed, examina cómo el enfrentamiento competitivo desencadena respuestas hormonales significativas en diversas especies, incluyendo a los humanos.
Tradicionalmente asociada con la agresividad, la testosterona desempeña un papel mucho más complejo en situaciones competitivas.
Mientras que en muchas especies sus niveles se mantienen relativamente bajos durante actividades cotidianas como la alimentación o el cuidado de las crías, experimentan un aumento considerable durante eventos como el cortejo y la defensa territorial.
Este incremento hormonal prepara al organismo para el esfuerzo físico, potenciando el rendimiento muscular y movilizando recursos del sistema inmune hacia la superficie corporal, anticipándose a posibles lesiones.
En sociedades humanas modernas, estas confrontaciones territoriales ancestrales se han transformado en competiciones deportivas.
El estudio de Trumble revela que esta transición no ha alterado la respuesta hormonal subyacente; al contrario, se observan picos de testosterona similares en disciplinas tan dispares como el judo, el ajedrez y el fútbol.
Persiste un debate sobre si estos incrementos hormonales son exclusivos de los vencedores o si afectan a todos los participantes por igual.
Para profundizar en esta cuestión, los investigadores llevaron a cabo una innovadora investigación con la comunidad indígena Tsimane, ubicada en la Amazonía boliviana.
Los Tsimane practican fútbol regularmente, integrándolo como parte fundamental de su cultura.En un torneo organizado entre ocho pueblos Tsimane, se analizaron muestras de saliva de 88 jugadores en tres momentos clave: antes del partido, inmediatamente después y una hora más tarde.
Los resultados fueron sorprendentes: la concentración de testosterona aumentó en más del 30% tras el encuentro, manteniendo un incremento del 15% por encima del nivel basal incluso una hora después.
Lo más notable es que este aumento hormonal no se limitó a los jugadores victoriosos; simplemente participar en el juego fue suficiente para desencadenarlo.
El estudio sugiere que la participación y el reconocimiento social juegan un papel crucial en esta respuesta hormonal.
Si bien todos los participantes experimentaron un incremento en sus niveles de testosterona, aquellos que marcaron goles o fueron considerados los mejores por sus compañeros y rivales mostraron concentraciones ligeramente más elevadas.
Esto indica que la percepción del éxito personal y el reconocimiento social amplifican aún más la respuesta hormonal, confirmando que la testosterona no solo reacciona a la competición en sí misma, sino también a la valoración social del desempeño individual.
Este estudio nos ofrece una nueva perspectiva sobre la intrincada relación entre la testosterona y la competición, afirma el Dr. Alejandro Vargas, endocrinólogo especializado en hormonas masculinas.
Demuestra que la testosterona no es simplemente un indicador de agresividad, sino un potente modulador del rendimiento físico y un factor clave en la respuesta social a los desafíos competitivos.
La investigación de Trumble y su equipo subraya que, en el ámbito deportivo y más allá, la experiencia de participar y ser reconocido puede ser tan importante como el resultado final.
El juego, en sí mismo, se convierte en un catalizador hormonal, reforzando la conexión entre el esfuerzo físico, el reconocimiento social y la respuesta biológica humana.
Referencia: Physical competition increases testosterone among Amazonian forager-horticulturalists: a test of the challenge hypothesis.