El pasado 20 de enero, durante los eventos inaugurales de Donald Trump, Elon Musk realizó un gesto que rápidamente se convirtió en tema de debate: extender el brazo derecho con la palma hacia abajo.
Muchos lo interpretaron como una clara referencia al saludo nazi, provocando una oleada de críticas y reacciones polarizadas.
Este incidente ha vuelto a poner en foco la confusión y controversia que rodea al llamado saludo romano, un gesto que se presenta como símbolo de la antigua Roma pero que, según los historiadores, es un invento moderno con profundas raíces en la propaganda fascista.
Néstor F. Marqués e Iban Martín, expertos en historia romana, coinciden en que no existen evidencias arqueológicas, literarias ni históricas que respalden la existencia del saludo romano en el mundo antiguo.
El gesto, tal como lo conocemos, surge a finales del siglo XIX para representar a Roma en obras teatrales y cinematográficas, ganando popularidad gracias a películas como Cabiria (1914), donde Gabriele DAnnunzio lo utiliza para glorificar la idea de un imperio y promover el nacionalismo italiano.
Benito Mussolini, inspirado por DAnnunzio, adoptó el saludo como símbolo central de su régimen fascista en 1925, dándole una connotación política y militar.
Los nazis alemanes hicieron lo mismo, adaptando ligeramente el gesto para darle un carácter aún más siniestro.
Esta asociación con regímenes totalitarios ha marcado al saludo romano hasta la actualidad, convirtiéndolo en un símbolo controvertido y prohibido en varios países como Alemania y Austria.
A pesar de su origen moderno y las críticas que ha generado, sectores de extrema derecha han intentado renombrar el saludo nazi como romano para desvincularlo de su carga ideológica negativa.
El caso de Elon Musk, quien durante los eventos de Trump realizó un gesto similar al saludo nazi sin emitir declaraciones sobre su significado, demuestra cómo este símbolo sigue siendo objeto de debate y controversia en la sociedad actual.
La polémica suscitada por el gesto de Musk pone de manifiesto el poder del simbolismo en un clima político y social polarizado.
Un acto aparentemente inocente puede desencadenar una cascada de interpretaciones, críticas y reacciones, recordándonos la importancia de reflexionar sobre los significados detrás de las acciones y gestos que realizamos.