Investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Washington han desarrollado un modelo de inteligencia artificial capaz de predecir el comportamiento humano con una precisión sorprendente.
Este sistema, presentado en la conferencia internacional sobre representaciones del aprendizaje (ICLR) 2024, analiza patrones de acciones pasadas para anticipar decisiones futuras, desde elecciones cotidianas hasta movimientos complejos como jugar ajedrez.
El modelo, creado por Athul Paul Jacob, Abhishek Gupta y Jacob Andreas, se basa en el concepto de presupuesto de inferencia, una medida del tiempo y los recursos que un individuo dedica a la toma de decisiones.
Cuanto menor sea este presupuesto, más predecible resulta el comportamiento.A diferencia de modelos tradicionales, este sistema supera las limitaciones al poder anticipar decisiones dudosas o erróneas.
Este avance plantea profundas interrogantes sobre el libre albedrío.Si un sistema puede predecir nuestras acciones con precisión, ¿significa esto que nuestras elecciones son simplemente el resultado de cálculos predecibles basados en experiencias previas?, se pregunta la comunidad científica.
El debate sobre la naturaleza del libre albedrío se intensifica con este desarrollo.Neurocientíficos como Robert Sapolsky argumentan que el libre albedrío es una ilusión, y que nuestras decisiones son producto de reacciones neuroquímicas determinadas por factores biológicos y experiencias pasadas.
En este escenario, la IA del MIT proporcionaría evidencia adicional para un determinismo inherente a la naturaleza humana.
Otros expertos señalan que la predicción basada en patrones no elimina la posibilidad de libre albedrío.
El hecho de que un comportamiento sea probable no significa que sea inevitable, afirman. Aun así, el margen de autonomía individual podría ser más limitado de lo que pensamos.
Este modelo predictivo del MIT representa un avance significativo en la comprensión del comportamiento humano, con potenciales aplicaciones en múltiples campos.
Su desarrollo también conlleva cuestionamientos éticos sobre la privacidad, el control social y la posibilidad de que nuestras decisiones no sean tan libres como creemos.
La tecnología avanza a pasos agigantados, y con ella, la necesidad de un debate profundo sobre los límites y el impacto de estas innovaciones en nuestra vida cotidiana.




