Durante décadas, el concepto de una red subterránea de comunicación entre plantas a través de hongos micorrízicos ha fascinado al mundo científico.
Esta red, que permite a las plantas intercambiar información sobre amenazas y recursos, se ha considerado un modelo de cooperación altruista en el reino vegetal.
Nuevas investigaciones cuestionan esta visión idílica, revelando un lado más oscuro y competitivo de la comunicación vegetal.
Un estudio publicado en PNAS por biólogos de la Universidad de Oxford y la Vrije Universiteit Amsterdam sugiere que la red subterránea podría ser más una herramienta de competencia que una vía de cooperación.
Si bien es cierto que las plantas pueden compartir información sobre peligros, no hay evidencia de que lo hagan de manera intencionada o altruista, explica un investigador del estudio.
Desde el punto de vista evolutivo, el altruismo en el mundo vegetal parece poco probable.Al advertir a sus vecinas sobre una amenaza, una planta les otorgaría una ventaja competitiva sin recibir nada a cambio.
Este comportamiento no sería favorecido por la selección natural. En cambio, los investigadores proponen que algunas plantas podrían estar enviando señales falsas para engañar a otras y obtener ventajas en la competencia por recursos.
Los modelos matemáticos utilizados en el estudio sugieren que la señalización deshonesta podría ser una estrategia evolutivamente exitosa.
Las plantas podrían fingir un ataque de herbívoros para obligar a sus vecinas a activar costosos mecanismos de defensa, debilitándolas y aprovechando su situación, añade otro experto del estudio.
Este descubrimiento abre un nuevo debate sobre la naturaleza de la comunicación vegetal.La red subterránea, lejos de ser una comunidad armoniosa de plantas cooperativas, podría ser un campo de batalla donde cada planta busca obtener ventaja sobre las demás.
La idea de que la información pueda ser manipulada en el reino vegetal nos recuerda la fragilidad de nuestra propia percepción del mundo natural.
Si la comunicación entre plantas está llena de engaños y estrategias competitivas, esto podría cambiar la forma en que entendemos los ecosistemas y la dinámica de las comunidades vegetales, concluye el estudio.