Durante mucho tiempo se ha asumido que la Luna era un cuerpo celeste geológicamente inerte, con una actividad tectónica detenida hace miles de millones de años.
Un nuevo estudio publicado en The Planetary Science Journal desafía esta creencia ancestral.
Investigadores del Instituto Smithsoniano y la Universidad de Maryland han descubierto evidencia de actividad geológica reciente en el lado oculto de la Luna, abriendo nuevas perspectivas sobre la naturaleza dinámica de nuestro satélite natural.
El estudio se centra en la presencia de 266 pequeñas crestas, identificadas mediante técnicas avanzadas de mapeo y modelado.
Estas formaciones tectónicas, ubicadas en una región del lado oculto lunar, demuestran que la superficie del satélite ha experimentado deformaciones en tiempos relativamente recientes.
Los investigadores estiman que estas crestas se han formado en los últimos mil millones de años, con algunas incluso datando de los últimos 200 millones de años.
En términos geológicos, esto es extremadamente reciente y desafía la noción tradicional de una Luna inerte desde sus primeros tiempos, afirma Jaclyn Clark, investigadora del Instituto Smithsoniano, quien participó en el estudio.
Esta actividad tectónica nos revela que la Luna continúa siendo un cuerpo dinámico y complejo.
Para determinar la edad de estas crestas, los científicos utilizaron la técnica de recuento de cráteres.
Al observar que algunas crestas cruzaban cráteres existentes, concluyeron que la actividad tectónica había persistido hasta hace al menos 160 millones de años.
Las conclusiones del estudio también sugieren que las crestas encontradas en el lado oculto podrían estar relacionadas con procesos geológicos similares a los que han moldeado las estructuras del lado visible de la Luna, como la contracción gradual del satélite y las variaciones en su órbita alrededor de la Tierra.
Este nuevo conocimiento tiene implicaciones significativas para futuras misiones lunares, incluyendo la planificación de asentamientos humanos.
Los científicos señalan que es crucial considerar la posibilidad de terremotos lunares a la hora de diseñar infraestructuras en el futuro.
Saber que nuestra Luna sigue siendo dinámica nos obliga a replantear cómo planificamos la exploración y colonización lunar en las próximas décadas, concluye Clark.
Necesitamos herramientas como el radar de penetración terrestre para comprender mejor la estructura interna del satélite y prepararnos para los desafíos que puede presentar.
El descubrimiento de esta actividad geológica reciente no solo rescata a la Luna del olvido, sino que también reabre un fascinante debate sobre la evolución de nuestro satélite natural y su potencial para albergar vida humana en el futuro.