Un reciente intento de una pareja italiana de terraplanistas para llegar al supuesto borde del mundo cerca de Sicilia ha resultado en un fracaso épico, evidenciando la falta de fundamento de sus creencias.
Motivados por su convicción de que la Tierra es plana, vendieron su automóvil para adquirir un barco y embarcarse en una travesía durante las restricciones impuestas por la pandemia de COVID-19.
Su objetivo era llegar a Lampedusa, isla que consideraban el fin del mundo.Curiosamente, utilizaron como guía una brújula, un instrumento basado en el magnetismo terrestre, un principio que contradice sus propias creencias.
Lo curioso es que se orientan con la brújula, un instrumento que funciona sobre la base del magnetismo terrestre, un principio que, como terraplanistas, deberían rechazar, señaló Salvatore Zichichi, del Ministerio de Salud italiano, para el diario La Stampa.
En lugar de alcanzar Lampedusa, terminaron en la isla de Ustica, a unos 100 kilómetros de su destino original.
Las autoridades los colocaron en cuarentena debido a las restricciones sanitarias vigentes.Sin embargo, la pareja intentó escapar repetidamente para continuar su misión, pero fue finalmente detenida y desistió de su objetivo, regresando al continente en ferry tras cumplir con la cuarentena.
Este incidente refleja la persistencia del movimiento terraplanista a pesar de la abrumadora evidencia científica que demuestra la forma esférica de la Tierra.
Sus seguidores defienden teorías que desafían los conocimientos científicos establecidos, argumentando que la Tierra es un disco plano rodeado por un muro de hielo en la Antártida y que la gravedad es una farsa.
Ignoran las imágenes satelitales y otras pruebas como fabricaciones.
Estas iniciativas, aunque carecen de fundamentos científicos, reflejan el deseo de estos individuos de validar sus convicciones a través de experiencias directas, explican expertos en psicología social.
La comunidad terraplanista organiza conferencias y eventos para discutir y promover sus teorías.Estas reuniones sirven como plataformas para compartir ideas y estrategias, así como para planificar futuras expediciones que buscan desafiar el consenso científico.
El desafío de confrontar creencias infundadas plantea problemas en la era de la información. A pesar del fácil acceso a conocimientos científicos y pruebas empíricas, algunas personas optan por creer en ideas desacreditadas.
Discutir estas creencias requiere empatía y educación, señalan expertos.En lugar de ridiculizar, es esencial que se fomente el pensamiento crítico y proporcionar recursos que permitan a las personas evaluar la evidencia por sí mismas.
Es fundamental reconocer las motivaciones subyacentes que llevan a los individuos a adoptar estas creencias y trabajar para reconstruir la confianza en la ciencia y las instituciones.
Este incidente, aunque particular, resalta la importancia de la educación científica y el pensamiento crítico en la sociedad actual.
Nos invita a tratar con empatía y comprensión las creencias erróneas, y a promover siempre el conocimiento basado en evidencia.