La alimentación, pilar fundamental para la salud general del organismo, también juega un papel crucial en la función visual.
Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Bristol ha revelado una realidad inquietante: una dieta extremadamente deficiente en nutrientes esenciales puede derivar en pérdida total de la visión.
El caso documentado se centra en un joven británico que desarrolló ceguera irreversible debido a una neuropatía óptica nutricional, enfermedad que afecta al nervio óptico cuando el cuerpo no recibe las vitaminas y minerales necesarios para su correcto funcionamiento.
Este caso ilustra con precisión el riesgo creciente del consumo excesivo de alimentos ultraprocesados y dietas restrictivas sin suplementación adecuada.
La neuropatía óptica nutricional es un trastorno silencioso que, si no se trata a tiempo, puede causar ceguera permanente.
Se relaciona principalmente con deficiencias en vitaminas esenciales como la B12, y minerales como el cobre y el selenio.
Aunque en países desarrollados los casos suelen estar vinculados a problemas intestinales o medicamentos que afectan la absorción de nutrientes, la alimentación deficiente sigue siendo un factor determinante de riesgo, especialmente en personas con dietas extremadamente limitadas.
En el caso analizado por la Universidad de Bristol, un adolescente británico perdió la visión debido a una dieta basada únicamente en papas fritas, pan blanco y carne de cerdo procesada.
A pesar de mantener un peso y altura normales, su cuerpo carecía de los nutrientes esenciales para el correcto funcionamiento del sistema nervioso.
El joven había presentado síntomas previos como fatiga y anemia macrocítica, pero la relación entre estos y la salud ocular no fue detectada a tiempo.
La alimentación con comida ultraprocesada tiene graves consecuencias para la salud visual. Ricos en calorías pero pobres en nutrientes esenciales, los alimentos ultraprocesados han ganado popularidad en las últimas décadas, lo que ha traído consigo un aumento de enfermedades relacionadas con la alimentación y deficiencias nutricionales.
El consumo frecuente de comida chatarra puede provocar déficits de vitaminas y minerales que afectan la función cerebral y nerviosa, incluyendo la visión.
En el caso del joven británico, sus análisis clínicos mostraron niveles extremadamente bajos de vitamina B12, cobre, selenio y vitamina D, además de una densidad mineral ósea reducida.
El estudio advierte que este tipo de casos podrían volverse más frecuentes en el futuro, ya que muchas personas desconocen que una mala alimentación puede afectar no solo su metabolismo, sino también la salud ocular.
Los investigadores señalan que la creciente popularidad de dietas restrictivas como el veganismo, si no se suplementan correctamente, podría aumentar los casos de neuropatía óptica nutricional debido a la ausencia de vitamina B12 en fuentes vegetales.
La doctora Denize Atan, autora principal del estudio de la Universidad de Bristol, enfatiza la importancia de incluir evaluaciones dietéticas en los chequeos médicos de rutina.
La historia alimentaria de un paciente debería ser analizada con la misma seriedad que el consumo de tabaco o alcohol, afirma Atan.
La detección temprana de deficiencias nutricionales puede prevenir enfermedades graves y, en algunos casos, revertir síntomas antes de que el daño sea irreversible.
El equipo de investigación recomienda a los médicos considerar la neuropatía óptica nutricional en cualquier paciente con síntomas visuales inexplicables, especialmente si presentan antecedentes de mala alimentación.
Este tipo de medidas podrían ayudar a prevenir más casos de ceguera evitable y resaltar la importancia de una dieta equilibrada para la salud visual y general.
El caso del joven británico que perdió la visión por una dieta deficiente es un recordatorio alarmante sobre la importancia de una alimentación balanceada.
La neuropatía óptica nutricional es una afección prevenible si se detecta a tiempo, pero cuando la falta de nutrientes se prolonga durante años, las consecuencias pueden ser irreversibles.
La creciente popularidad de dietas ultraprocesadas y restricciones alimenticias mal planificadas aumenta el riesgo de este tipo de afecciones, lo que subraya la necesidad de mayor educación nutricional en la población.